ENTREVISTA

“Los test masivos pueden aportar tranquilidad, pero eso es un tema de miedo, no de salud, y no garantizan nada”

José Luis Aparicio, gerente del Área de Salud de Lanzarote

Foto: Adriel Perdomo.
M. Riveiro 2 COMENTARIOS 12/05/2020 - 07:11

-¿Cuándo esperan que los casos de coronavirus en Lanzarote se reduzcan al mínimo?

-El objetivo es que no haya ninguno, pero es muy difícil saberlo. Estamos teniendo altas pero es probable que los últimos casos vayan más lentos. Hay pacientes en UCI y planta del Hospital a los que todavía les quedan días de permanecer ingresados. La curva va bien, pero es previsible que se estacione un poco al final. [Entre el 24 de abril y el 7 de mayo no se detectaron casos de coronavirus. El 8 de mayo se confirmó el primer contagio en Lanzarote después de ese periodo sin nuevos positivos].

-¿Cuál es el periodo medio de hospitalización y de aislamiento domiciliario?

-Es muy variable. Un señor, que dio positivo el 21 de marzo, al 30 de abril todavía seguía siendo positivo. La mayor parte de los pacientes, a las dos o tres semanas de que da positivo en la prueba PCR, dan negativo, pero hay otros en los que el coronavirus persiste más tiempo. Es complicado.

-Viendo con perspectiva la crisis del coronavirus en Lanzarote, desde el final de la curva, ¿qué ha sido lo peor de lo vivido y cuál es la parte positiva, dentro de lo malo? ¿Qué ha aprendido la sanidad pública?

-Lo peor han sido los fallecimientos, porque detrás de esos pacientes están las familias. Todos son dolorosos, pero los últimos fallecimientos especialmente porque se han producido en un momento dulce, cuando se ha estado mejorando y dando altas. Siempre supone un jarro de agua fría cuando un paciente fallece. Entra dentro de lo normal de la estadística de esta enfermedad, pero estos desenlaces sientan mal. También nos sirve para poner los pies en la tierra y avisarnos de que esto no está acabado, de que hay que continuar. La euforia te puede hacer bajar la guardia. Lo positivo han sido los compañeros. Sospechábamos que podía haber problemas de bajas pero no ha sido así en absoluto, la gente trabaja más de lo que por obligación le correspondería y hay solidaridad entre los compañeros. Todos los que estamos en esto es por vocación y poderlo comprobar ha sido muy gratificante. También la respuesta social. La sanidad pública tiene sus problemas, como las listas de espera, que se han agravado, pero después de años con cierto deterioro de la imagen, de la confianza de la sociedad en nosotros, esto nos ha vuelto a conectar con los ciudadanos.

-La irrupción del coronavirus no ha hecho que el resto de enfermedades hayan dado una tregua. ¿Cuántas intervenciones y cuántas consultas se han dejado de hacer en Lanzarote?

-La cirugía programada, en toda España, cuando empezó la crisis, se dejó de hacer. Solo se mantuvieron tres tipos de intervenciones: las oncológicas, porque la gente con cáncer no puede esperar, las operaciones urgentes, una cesárea, una apendicitis... También se dejó una salida para que los jefes de servicio, si veían una patología cuya demora podía provocar daños en el paciente, pudieran decidir operar. La intención es que todos los planes para reducir las listas de espera se prorroguen, incrementar las intervenciones e intentar compensar lo que no se ha hecho en este mes y medio. En cuanto a consultas no se han suspendido tantas, sino que se han cambiado citas presenciales, cuando se podía, por citas telefónicas.

-¿Está la sanidad pública preparada para que no afecte a otros ámbitos una nueva ola de contagios?

-Sí, asumiendo que puede venir otra ola, aunque no sabemos cuándo, queremos mejorar y que si vuelve a producirse algo similar no nos paralice la actividad programada. Hay quien dice que eso puede ocurrir en noviembre y por eso estamos rediseñando los circuitos dentro del Hospital, valorando si hay que construir alguna dependencia o habilitar otro sitio para no detener la actividad programada si hubiera un nuevo brote de Covid-19. Lamentamos que gente, que a lo mejor lleva esperando seis meses para una operación de cadera, haya tenido que añadir dos meses a su espera.

“Lo peor han sido los fallecimientos, porque detrás de esos pacientes están las familias. Todos son dolorosos, pero los últimos fallecimientos especialmente. También nos sirve para poner los pies en la tierra. La euforia te puede hacer bajar la guardia”

-En las primeras semanas de expansión del coronavirus en las Islas hubo críticas de profesionales sanitarios por los contagios entre el colectivo. ¿Cuántos se han contagiado en Lanzarote? ¿Se protegía adecuadamente a los profesionales?

-Cuando vimos en La Gomera el primer caso de coronavirus de España analizamos la situación. Entonces, el protocolo para cualquier caso de paciente con enfermedad infecciosa, como el ébola, implicaba un traslado al hospital de referencia, pero vimos que con el coronavirus no iba a ser así. Sobre la marcha hicimos recuento de equipos de protección individual (EPI) y calculamos para atender a unos 10 pacientes de ese tipo. Sin embargo, enseguida nos dimos cuenta de que iba a haber muchos más casos y por un periodo de tiempo largo. Entonces, la unidad de prevención de riesgos laborales indicó los diferentes riesgos en el hospital y el material necesario. Evidentemente, no es lo mismo entubar a alguien contagiado, lo que supone un riesgo elevado, que llevarlo en una silla de ruedas, y se estableció la protección que debía llevar cada trabajador dependiendo de su función. Afortunadamente, nunca hubo falta de EPIs. Es verdad que somos humanos y que el miedo es libre. Si no necesito nada, prefiero tener una mascarilla; si necesito una mascarilla me gustaría una del tipo FFP3; y si necesito una de esas me gustaría un equipo buzo… pero una cosa es el miedo y otra la necesidad de riesgo real. Aquí se siguieron directrices y han funcionado. De 2.500 trabajadores en el Área de Salud de Lanzarote solo ha habido 11 casos comprobados, un 0,4 por ciento de la plantilla.

-¿Y de esos casos de coronavirus en sanitarios se conoce cómo se pudieron producir los contagios?

-En algunos sí. Por el estudio de casos sabemos de un compañero que lo cogió en un viaje a Italia, una compañera en su casa... seguimos analizando cada caso, aunque ya no se requiere por parte de las autoridades. La mitad de los sanitarios contagiados está confirmado que lo cogieron fuera. Si el foco hubiese sido el Hospital hubiésemos tenido muchos más casos.

-En este primer brote a gran escala del coronavirus prácticamente se ha cerrado el mundo. ¿Se tendría que hacer lo mismo si vuelve a ocurrir?

-En nuestro caso espero que no, porque tenemos la experiencia de este brote. La intención es que, si hay otro, no nos paralice la actividad sanitaria y supongo que en otros sectores también intentarán que no les afecte de manera tan brutal como este, para convivir con seguridad con los pacientes, si surgieran. Nuestra intención es intentar que, en lo sucesivo, podamos convivir con el coronavirus sin que nos paralice toda la actividad, porque la gente está esperando por la sanidad pública. Estaba esperando antes y ahora más. En materia económica no me atrevo a hacer un pronóstico.

-Todo el mundo está esperando una vacuna milagrosa, una cura total, que ofrezca el cien por cien de garantía...

-O lejía, como dice Trump (sonríe).

“Todo tiene una cara y una cruz. Lo positivo es que el aislamiento funcionó. La cruz es que creo que no hay inmunidad de grupo. El precio a pagar por la inmunidad de grupo puede ser alto en vidas. Es mejor que sea como ha sucedido”

-En ese caso el exitus, que no el éxito, estaría garantizado.

-El exitus, al igual que PCR o la carga viral, que hasta hace mes y medio eran tecnicismos, son expresiones que hoy la gente usa con soltura, como un fuera de juego en el fútbol. Las vacunas, antes de comercializarse, normalmente pueden pasar años. Es lo habitual. Hay que hacer ensayos clínicos en varias fases y garantizar que es un medicamento seguro. No puedes crear un problema intentado solucionar otro. Pero esta vez corre especial prisa, porque efectivamente la economía mundial está muy tocada por este virus y también hay intereses comerciales. El primer laboratorio que la saque va a hacer un negocio. Es lamentable, pero así funciona el sistema capitalista. Creo que esta va a salir muy rápido. Es posible que a finales de año o al siguiente. Una vacuna puede funcionar o ayudar a que el coronavirus no afecte tanto. La gripe común se parece en muchas cosas al coronavirus, y también difiere de otras muchas. Por ejemplo, el virus de la gripe difiere del Covid-19 en que es un viejo conocido y en que tenemos vacuna. Si no tuviéramos vacuna y no la conociéramos, la gripe nos liaría una igual que esta o parecida. La diferencia está en la vacuna y en que todo el mundo la ha pasado alguna vez… cuando haya una vacuna, dentro de cuatro o cinco años puede convertirse en algo similar, pero es pronosticar a largo plazo y es muy difícil.

-Se está desarrollando un estudio a escala estatal para conocer la extensión que ha tenido el coronavirus en la población. ¿Cómo se selecciona a la muestra y para qué sirve un estudio de estas características?

-El estudio lo desarrolla el Ministerio de Sanidad con el Instituto Nacional de Estadística. Las llamadas las hace el Servicio Canario de Salud por delegación. Teníamos pendiente un estudio propio pero no tiene sentido hacerlo ahora. Las muestras se están recogiendo los miércoles, jueves y los sábados, durante varias semanas seguidas. El objetivo es hacer un mapa de pacientes que han pasado la enfermedad. Los test rápidos no te dicen si estás enfermo o no, si no si tienes anticuerpos o no, y te da una imagen de cuantas personas han estado en contacto con el virus. Esto sirve para varias cosas: la principal es conocer el estado de inmunidad de la población. Conviene saber el estado de inmunidad, porque si no estamos inmunizados, como creo que es el caso, hay que tener cuidado. Al margen de ese estudio hemos hecho análisis a personal sanitario o de residencias de mayores. Todos creíamos antes de empezar a hacer esas pruebas, yo el primero, que con los casos diagnosticados estábamos solo detectando la punta del iceberg y que debajo había una gran base de personas no diagnosticadas. Sin embargo, creo que no ha sido así. Afortunada o desafortunadamente, de los test que hemos realizado a colectivos como los citados no se evidencia que haya una inmunidad generalizada. Todos los días hacemos más de 100 análisis y desde el 24 de abril no hay nuevos positivos, todos son negativos. Entre nuestros sanitarios apenas hay casos, las residencias están limpias.

-¿Cómo hay que interpretarlo?

-Todo tiene una cara y una cruz. Lo positivo es que el aislamiento funcionó. Aquí al sanitario que daba positivo se le aisló sin problema y, en la residencia de Las Cabreras, cambiamos a todo el personal cuando saltaron los primeros casos. Eso pudo ser un factor clave para que la situación no se nos escapara de las manos. La cruz es que creo que no hay inmunidad de grupo. El precio a pagar por la inmunidad de grupo puede ser alto en vidas. Es mejor que sea como ha sucedido.

-Una expresión que también se repite entre la población es la de que se hagan “test masivos”. ¿Tienen sentido? ¿Son necesarios?

-¿Cuánto es masivo? 10, 100, 1.000, todos los habitantes… es un término poco específico. Haremos los test que hagan falta en cada momento. Los criterios han ido cambiando y se han ido efectuando según las indicaciones del Ministerio de Sanidad. Antes solo se hacían a los pacientes con síntomas, personas enfermas, porque el criterio era clínico, ahora se están haciendo a colectivos, para analizar aspectos epidemiológicos.

-En el caso de Lanzarote, con los recursos actuales, para hacer test a los 150.000 residentes se tardaría cuatro años y habría que invertir unos siete millones de euros. ¿Es necesario llegar a ese extremo?

-Necesario no es. De hecho, se está abordando el problema sin hacerlo. Soy un hombre de ciencia y me gusta conocer todos los datos posibles, pero el interés científico no justifica cualquier cosa. Esos datos que apunta son ciertos pero relativos: podemos comprar dos máquinas y en vez de cuatro se tardaría dos años, o comprar 10 máquinas y se tardaría mucho menos. Pero en gestión sanitaria existe el concepto de coste y oportunidad. Si tenemos un presupuesto, que lo tenemos, y hay que elegir entre varias compras, hay que decidir. Ahora todo está centrado en el Covid-19 porque es lo que nos preocupa y no hay limitaciones económicas desde el Gobierno, pero efectivamente gastarnos siete millones en test a toda la población supone la misma inversión que dos centros de salud de Argana, o podríamos montar siete unidades de hemodinámica, o tres unidades de radioterapia… y encima no es necesario. Porque si fuera necesario no habría más que discutir: se haría. A las personas le puede aportar tranquilidad, pero es un tema de miedo, no de salud, y no garantiza nada. En todo caso, estaría más justificado hacer un muestreo, que es lo que se está haciendo, sobre población general y otro sobre poblaciones de riesgo, de sanitarios, residencias, etc.

“Gastarnos siete millones en test a toda la población supone la misma inversión que dos centros de salud de Argana, o podríamos montar siete unidades de hemodinámica, o tres unidades de radioterapia… y encima no es necesario”

-¿Cómo visualiza eso que se ha dado en llamar la “nueva normalidad”?

-Hay cosas que probablemente hayan llegado para quedarse, como el de la distancia social o de seguridad. Estamos preparando la vuelta a consultas externas de forma presencial y vamos a sellar asientos para que haya más distancia entre pacientes, ubicar puntos de lavado de manos… eso se quedará para siempre. En otro sector, y no soy un experto en hostelería, hay sitios en los que estábamos pegados codo con codo y mucha gente, y eso, probablemente, durante mucho tiempo no sea factible. Cuando esté la vacuna todo sería más laxo, pero eso es elucubrar, no me atrevo.

-Para reactivar el turismo se han planteado certificados de inmunidad de gente que ha pasado la enfermedad o un test antes de volar. ¿Ese tipo de soluciones desde el punto de vista médico son fiables o se trata de elementos para trasladar sensación de seguridad?

-Hay que ponerlas en un contexto, que con el tiempo cambia. Ahora el tráfico aéreo es prácticamente nulo, pero habrá que abrirlo. Al principio con más riesgo, con lo cual ese tipo de medidas pueden ayudar a minimizar riesgos y a crear seguridad frente al miedo, más allá de que cuando esté la vacuna no haga tanta falta… cuando la gente esté más inmunizada todo esto probablemente forme parte del pasado. Pero son pronósticos y cada vez me gustan menos porque son muy difíciles. Día a día cambian muchas cosas.

-Si se reactivan los vuelos y empiezan a llegar turistas, si se detecta un caso, ¿se puede llegar a aislar un hotel, como ocurrió en Tenerife, o es una medida ya descartada?

-Es una medida muy drástica pero descartada no está. Obviamente la llegada de visitantes es un riesgo, por eso ahora mismo está cerrada esa posibilidad y el contacto, para que unas zonas infectadas no contagien a otras. Es un riesgo pero no queda otra. Vivimos del turismo. La patronal hotelera nos ha pedido colaboración para sus protocolos de seguridad y hemos aportado sugerencias. El objetivo es que si se produce un caso se pueda detectar fácilmente.

-Sobre el plan de desescalada, ¿estamos preparados para ir cumpliendo todas las fases?

-Hay criterios de varios tipos. Lo que nos piden las autoridades sanitarias es que si hay casos se puedan aislar y que no se expanda el virus, estar preparados para que si hay nueva pandemia estemos en condiciones para soportarla. Tenemos un plan de contingencia para pasar de 10 a 42 camas de cuidados intensivos, pero no queremos que lo tengamos que hacer a costa de cerrar quirófanos. En planta llegó a haber 77 camas disponibles y de cuidados intensivos se llegaron a habilitar 18. Trabajamos en una planificación para no perder actividad si volviera a ocurrir.

Comentarios

Este señor lleva toda la pandemia sembrando confusión por no bajarse del burro y no aceptar lo que es una EVIDENCIA en aquellos países que han tenido éxito en la lucha contra el virus : test masivos, rastrear los contactos de los positivos y confinamiento.
¿Entonces por qué los reclaman los trabajadores de la salud? Es tirar el dinero. Lo triste son los comisarios políticos en puestos de responsabilidad y gestión de lo público. Así no se encara esta situación...

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